Estoy convencido.
El tiempo es una ilusión fragmentada en su uso cotidiano, desde segundos, minutos, cuartos, medias horas, horas... hasta que dices ¡basta!.
Cómo no pensar que esas fracciones son injustas, si cada uno vive el tiempo en intensidades distintas.
Para mí, éste último mes ha sido un segundo, medio año, un mes y una vida.
Los treinta y un últimos días y los seis últimos meses del año me han devuelto a la vida, han dejado un balance positivo después de batallas que no tenía por qué haber librado si hubiese sido fiel a mi mismo.
Alguien ya me advirtió. Varios fueron los que lo hicieron. Pero caí porque lo debía vivir para darme cuenta. Como siempre.
No me queda más que esperar mientras camino.
En el frente quise caer y, al caer... no me hice daño.
Un ángel cosió alas en mi espalda e hizo que no se transformara la angustia en dolor.
Punto tras punto en la espalda, solo faltaba que cicatrizaran para iniciar el vuelo...
Quizá lo selló un Inca en el Templo de la Luna. O la estrella que brilla cuando pestañea mi ángel.
Quizá fue la casa que construimos en la playa del silencio para tan solo un día. O el jardín destartalado donde nos desnudamos.
Fue Casiopea (que más tarde apareció) quien selló nuestro amor. El cuervo estaba presente y vio como tras trece pasos todo era unión, y unión era todo.
Una corona de laurel acompaña su cabello, me lleva a su lado y volamos juntos desde hace un mes por el país de la eterna primavera mientras caemos al vacío.
Al vacío de los sueños llenos de Alegría
Mi padre me dijo en un mensaje de texto:
Te lo mereces por cabezota.
Y bien sabe que fue él quien me lo enseñó con su ejemplo. Adversidad tras adversidad luchó por darle lo mejor a la familia. Aunque la suerte no le acompañase en su propósito, mi padre lo volvía a intentar.
No es de los que tiran la toalla.
Nunca es tarde si el tiempo es una ilusión.
¡¡¡Feliz "año" nuevo!!!
Todavía queda ilusión.
Todavía queda ilusión.
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