martes, 23 de octubre de 2012

Suenan melodías nauticas que me recuerdan
que subí a bordo de una vida que yo escogí.
Mi vida inconsciente, la que dejaba en tierra,
la que más tarde sería imprescindible,
quedaba atrás, reazagada, a paso de tortuga.
Parecía como si mis pies supieran dónde caminar,
qué países descubrir y cuál será el final.
En ese momento, la certeza de un destino incierto,
se confunde entre humo que razona por mí.
En ese momento me lancé, por primera vez, al vacío.

Fui construyendo un nido a mi alrededor,
una armadura frágil que me protegía de los peligros de la vida.
Para entonces, ya sabía que el hombre del saco llevaba harina
y que los rateros no tenían suficiente con mi botín;
lo que para mí era todo.

Empecé a ver la luz de los colores,
a disfrutar por igual desde la primavera al invierno,
a entender a los mayores
y a pensar primero antes de actuar.
Por mí, y por los demás.

Y entendí que el nido pesaba demasiado,
no tenía sentido arrastrarlo
sin haberme enfrentado a ningún peligro.
Aunque advertencias de terceros no faltaron
mi vida no se ha visto amenazada.

Pero los terceros informan de lo que escuchan y leen.
esos que no son capaces de dar buenas noticias
y que hacen creer que lo desconocido es peligroso
mostrando imágenes que valen más que mil palabras
y diciendo, a la vez, mil palabras que instauran prejuicios.

¨Mi vida, no hay derecho a salir con miedo a la calle¨- canta Serrano.

Por qué parecemos esclavos del miedo?

Títeres sin batería antidepresiva en forma de pastilla.

---------------------------------------------------------------------------------

Hoy, en México, celebrando la muerte
aunque las portadas vengan cada día manchadas de sangre
y muchos se lucren de ello.
Hoy, en México.
Recordando a quienes ya no están.
Y, también, a los que siguen vivos y tampoco están.

Palabra tras palabra para decirte con las mejores palabras, que mis palabras son sinceras. Porque en mi idioma, cada palabra tiene significado y tú... tú significas muchas palabras.