jueves, 12 de enero de 2012

Gritar (y que me oigas)

Apartado el papel de la memoria, 
el tintero de las yemas,
las dudas de la espalda
y el brazo de su torcer,
duermo inerte despierto,
embriagado de café y tortillas,
de sopas vegetarianas de pollo con fideos
y chiles que no pican rellenos de ayer,
mientras veo lágrimas abstenerse
al voto por correo,
a la lluvia del deseo
que no llega por Madrid,
ni tampoco por La Habana,
al hogar de la pantalla,
donde la tristeza me entristece
al no saber por qué estás triste
por serio que me encuentre.

Es fruto del trabajo,
de las ideas cruzando grandes avenidas,
del plasmado de diversas interpretaciones,
de las interpretaciones que abusan de mentiras
que mienten a la mente que me quiere
y la hace estar triste 
mientras me entristece su tristeza.
Y bien sabe que sonrío por lo que hago,
por serio que me encuentre,
y que la canción de Alfon
no podía tener más razón
cuando dice que, saber con quién,
es lo mejor de éste viaje,
corto de equipaje,
juntos nuestros pasos
aunque mi seriedad concentrada
haga parecer que estoy distante.

Y en la distancia tan cercana y silenciosa
no sé cómo gritar (y que me oigas)
Te quiero.


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Palabra tras palabra para decirte con las mejores palabras, que mis palabras son sinceras. Porque en mi idioma, cada palabra tiene significado y tú... tú significas muchas palabras.